Empresa incomunicada
Si nos situamos en un extremo, podremos quizá entender algo mejor lo que da y quita la Comunicación en el seno de las organizaciones. Pongámonos por tanto en el caso extremo de que una empresa, o cualquier otra organización, se halla incomunicada. Esta situación se caracteriza, no por no tener teléfonos o porque estén averiados, o por no tener internet, no. La cuestión es que esta empresa figurada no hace el uso debido de las herramientas de comunicación que tiene a su alcance.
En ese sentido, entramos por consiguiente en el terreno de la política de empresa respecto a la Comunicación. Y constatamos que, como tantas, la política comunicativa es más bien restrictiva. Eso quiere decir que las herramientas, tanto las internas como las externas, están infrautilizadas.
El dilema se teje en torno a varios hechos: la seguridad o el miedo a que, si se habla o comunica mucho, se malogren muchos intereses; mientras que, por otra parte, con la actitud cicatera es muy probable que se pierdan muchas oportunidades de sinergia en lo que es la gestión del conocimiento tanto del existente en casa como del que habita fuera de ella.
Personalmente creo que todo tiene sus límites, por lo que, igual que no se puede (en la vida común) estar contínuamente diciendo lo que se piensa, tampoco se puede guardar todo hacia el interior (alegrías y sobre todo penas) puesto que se corre el peligro de entrar en depresión. A mi modo de ver la solución se halla en el término medio, de tal manera que, con prudencia ( y hablo ya de una empresa) no se debe sacar a la luz determinadas cuestiones que muy probablemente hagan mella en el clima de las relaciones, aunque tampoco se tiene que censurar todo porque entonces corremos el serio peligro de no gestionar adecuadamente la inteligencia que nos circunda.
En nuestros días es más normal el exceso de control de la Comunicación que lo contrario. Esa política, como digo, evita el desarrollo del conocimiento y, por tanto, limita las posibilidades de mejora y, en consecuencia, hace peligrar el incremento de las rentabilidades.
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